RIZOMAS CANEVAKLE

Wednesday, October 04, 2006

COLOMBIA







Por Rafael Vergara

Vamos mal y de mal en peor. Aprendí a ser optimista tenaz y por Carlos Fuentes comprendí que algunos pesimistas son optimistas informados. No quiero serlo, pero pasan vainas que desconciertan al ecuánime. Juzgue Usted. En nombre de un proceso de paz –y entiendo la complejidad-, administran la extradición de quienes han delinquido aquí y allá. El garrote (humillación, larga condena) y la zanahoria (beneficios por confesión, poca pena). Si se entrega y confiesa se queda, si no habla y se esconde se va ¿será?
En la tragedia Caín mata a Caín para salvase. El ventilador anunciaba traición. Por días asistimos a lo macabro. Por doquier vimos una impúdica calavera sonriente, Carlos Castaño, primero desaparecido, luego exhibido. ¿Un castigo del destino? La comedia.
Con las finanzas intactas, sus ejecutores, en cárcel especial, confían (?). Ante los excesos verbales y la omnipresencia, el presidente tuvo que decir no más. La extradición los ronda, también el envío de los Rodríguez Orejuela. El gringo con la garra engatillada espera. Mientras –y no dudo el malestar en el norte- Uribe abre más el abanico de los narcos neoparas. ¿Abanicos?, mejor no me doy cuerda.
Con orgullo hablan de 300 y más extraditados. Como colombiano duele. A la inversa ni uno. En el desamor el deseo tiene una sola dirección, en la otra orilla hay agresión, imposición, fumigación, soberbia y exigencia: spanglish. No estar de acuerdo con la extradición y si con la legalización, activa anticuerpos, riesgo. La deuda eterna comenzó cuando gritaron: ¡Tierra!
Duele esta guerra y sus cuatro años más de dolor y espera, Colombia desea el Acuerdo Humanitario pero nada. Signados por la intransigencia de las partes, libertad y vida se consumen en las cárceles y la selva, en las conciencias, los solitarios amores. La desesperanza activa el olvido, ese antídoto del dolor y la ausencia. ¿Por qué no somos colombianos enfrentados y no enemigos descarnados? En la guerra “santa” la voz de la mayoría no se escucha, la confrontación asesina la sensatez, la vida.

Y súmele voltaje e impactos: impuestos a pobres para no subsidiar ricos, desbarajuste del régimen de partidos, parlamentarios con Jorge 40, odio pastrano-samperista, cuotas en el gabinete, despelote en la U sin Santos y polígrafo a senadores. Hay reciclaje: los proscritos son socios. Mientras el diálogo está congelado con el Eln, destapan fosas comunes y las madres lloran. La reelección constitucional tiene embajada en Paris y la justicia del ejecutivo gobierna. ¿Seguridad?, se disparan las alarmas: rescate oficial de “secuestrados” dan de baja a seis “secuestradores”. ¡Mentira! dicen los militares. En otro episodio, desencajado, el presidente niega lo antes afirmado por el general. Los atentados eran teatro, la recompensa el estímulo. Una reinsertada de la FARC los confunde pero el “atentado” del DAS lo confirma.
¿Tiene este país esperanza? Notarizado el presidente de la Cámara, el hermano, superintendente de la fe pública, borraba faltas. Notariado y sobornos ¡Feo!. Y mientras, en Cartagena sigue la impunidad, el concubinato con el delito, la imposición de lo individual a lo público. Las invasiones y atropellos lo confirman. El Estado se decide, actúa y retrocede. En el único desalojo en las Islas del Rosario el Tribunal dijo ¡No! y tuteló el “debido proceso” ¿será otra burla? Usar lo ajeno y no pagar. Y la tapa. Violada una niña, el aborto del crimen desata excomuniones a granel. Entre anacrónico y perverso ¿Qué hacer para crecer? Ser optimista y tenaz.

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